9.1.09

2009

Cada año nos reunimos con amigos para celebrar que empieza un nuevo año y así tomamos con personas cercanas la última cerveza del año y tal vez el primer whiskito del que llega. El año nuevo es el momento en el que todos nos felicitamos, en el que reconocemos como nosotros, los otros, y el mundo (el planeta) somos uno mismo y estamos cumpliendo años. Nos deseamos siempre lo mejor unos a otros y es una fiesta muy de nosotros (que no tiene que ver con dioses y en la que todos somos iguales). Hay, sin duda, quienes ven el año que comienza como la oportunidad de reinventarse, arreglar su vida o cumplir sueños y propósitos. Pero, la verdad, parece ser que no importa cuáles sean los propósitos con los que nos comprometemos, a más tardar en febrero se están esfumando los recuerdos de cuáles eran esos compromisos. Creo que por eso los gimnasios cobran una inscripción de miedo y luego una mensualidad bastante menor, es porque saben que no vamos a volver una vez que regresemos a esa rutina del año anterior.

Los dueños de los gimnasios lo saben, nosotros lo sabemos y sin embargo el próximo año estaremos de nuevo, comiendo las uvas y pensando en todas esas cosas que siempre hemos querido hacer y que este año, ahora sí, vamos a conseguir. Quizá, los propósitos son lo de menos, y lo más útil sea la reflexión y la evaluación de en dónde estamos. El año nuevo es un momento en el que salimos de la rutina y la cuestionamos y aunque no vayamos a lograr todo lo que nos proponemos, hacemos conscientes nuestros ideales y sueños. Al tenerlos presentes, creo, estamos susceptibles a ver oportunidades, o tomar pequeñas decisiones que nos acercan al "gran ideal" a lo largo del año.

Esto me recuerda al clásico amigo o amiga al que le gusta hacer preguntas hipotéticas y al que le contestamos una y otra vez que tendríamos que estar en la situación para ver cuál decisión tomaríamos; porque no estamos seguros de cómo reaccionaríamos. Pero, pensar sobre estas cosas más seguido puede guiar esa reacción y si un día nos encontráramos en la situación que hipotéticamente planteó nuestro amigo reaccionaríamos de acuerdo a lo que pensamos. O sea, si hacemos consientes nuestros deseos y propósitos reaccionaremos de una manera que les de prioridad en la cotidianeidad.

Y ahora, una contradicción más: no había escrito nada aquí desde hace un buen rato, así que desafiando la idea de que los propósitos no se cumplen, me propongo escribir aquí más seguido. Sin embargo, el verdadero propósito es simplemente dedicar más tiempo a pensar y poner los pensamientos por escrito es el pretexto para que, cuando vea algo en el mundo que me llame la atención, lo piense y desarrolle una idea completa (buena o mala) para empezar una conversación.

Hay dos razones por las cuales quiero hacer esto, la primera porque es muy divertido pensar sobre cosas intrascendentes y encontrar explicaciones a los que sucede en mi alrededor. Encontrar pensamientos que no sé dónde estaban pero que puedo pensar tan fácilmente cuando me doy la oportunidad es realmente sorprendente. La segunda razón es que poniéndolo por escrito se puede compartir y creo que es más divertido pensar en grupo y descubrir lo que otras personas piensan, así que escribo aquí no para que vean que cumplí mi propósito, ni para que lean lo que he pensado sino para escuchar lo que otros piensan.

1 comentario:

GY dijo...

Yo pienso que no has cumplido tu propósito pues ya estamos en febrero y no has escrito nada...

Oye, ya que estás en Chicago debieras buscar unas cervezas de una microbrewery llamada Three Floyds. Son de Munster, Indiana pero la sirven, según he visto en su página, en varios lugares de Chicago (http://www.threefloyds.com/dspBarHolder.html). Tienen varias de las cervezas mejor calificadas. Ya que yo no puedo probarlas pues échate una a mi salud, de preferencia una Dark Lord, pero debe ser sumamente amarga y espesa.
Claro que he ido al morro y creo que es buena idea ir de nuevo pronto, con todo y el sesgo en tu recomendación, jaja.
Saludos