Cuando temprano leí que el nobel iba para Obama creí que era una broma, pero no, le dieron el nobel a Obama.
Todo lo que el comité olímpico pudo haberle dado a Obama, el nobel, un premio mucho más importante, no puede siquiera pretender dárselo porque no es creíble. Una victoria a su altura, como la sede olímpica hubiera manifestado que el mundo está fascinado con el presidente gringo. Un premio que le queda grande ridiculiza a ambos, al nobel y al presidente.
Los detractores de Barak ya lo llamaban vanidoso luego de lo que consideraron un egocéntrico discurso en Dinamarca hace apenas una semana. Contaron las veces que él y su esposa usaron el pronombre yo en sus cortos discursos. Darle el nobel, aunque él no tenga nada que ver con la decisión me deja la sensación de una falsa publicidad. Y aunque a los mercadólogos les gusta decir que la mala publicidad también es publicidad, la verdad es que ahora no se necesita publicidad sino consensos. El efecto del premio creo que no sólo es risible sino contraproducente.
Quienes votaron por Obama lograron, a mi parecer, lo contrario de lo que pretendían. Quisieron darle prestigio y legitimidad a las acciones del presidente, pero es precisamente la falta de acciones lo que más se puede criticar de la decisión. No hay acciones, sólo palabras. El premio debería ser un reconocimiento a lo logrado, no una “ayuda” para lograr lo deseado y mucho menos debería de dictar o influenciar la agenda futura.
El comité que otorga el premio no quiere ahora evaluar, sino impactar. Está cansado, acaso, de ser observador y ha decidido tomar acción? De alguna manera compromete al presidente a ganarse el honor del prematuro premio. Limita, en cierta medida, las acciones del gobierno americano justo en medio de una tremenda discusión sobre qué hacer en Afganistán, y es que irónicamente el galardonado es el jefe de estado de un país con guerra en dos frentes.
Ahora, una posibilidad que no he tocado: tal vez es Obama el mejor de los nominados. Es quizá el mejor candidato y se merece el premio. Me gusta pensar que no es así, porque significaría que hay en este momento una pobreza total de líderes e intelectuales comprometidos con la paz (tan amplio concepto como puede ser) en un momento en el que serían muy necesarios (bueno, han de ser necesarios en todo momento).
Con este premio, quién sale ganando? Se me hace que nadie, lástima porque hay muchas personas y movimientos que se podrían haber beneficiado de haberlo recibido.
1 comentario:
lamentablemente el Nobel de la Paz es un premio sin trascendencia ni relevancia.
Darle el premio a Obama, por sus buenas voluntades (cerrar Guatanamo, traer tropas de vuelta a USA) le quita cualquier legitimidad, deberían haber esperado los resultados de sus iniciativas.
Y si le querían dar un premio de consuelo por no darle las olimpiadas a Chicago, era innecesario, nadie se esperaba este ganador.
El Nobel de la Paz está de capa caída, no olvidemos que también se lo dieron a Al Gore por su preocupación por el cambio climático, y USA aun no ratifica el Protocolo de Kioto y sigue contaminando como siempre.
Y si hacemos un poco más de memoria, antes se lo dieron a KISSiNGER!!!!
Saludos Julene, buen blog
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