Si la Chingada es la madre como propone Octavio Paz y la educación se mama, los mexicanos hemos mamado la cultura del “ya chingué”. Se trata de una contradicción en la que vivimos envueltos. Nuestra madre “sufrió metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre” pero, viviendo en un mundo de chingadores, chingones y chingaqueditos, más vale fregar que ser fregado.
Ejemplos de esta actitud se ven todos los días y en todos los lugares. El clásico estudiante que no estudió, le copió al de al lado y se sacó, por suerte, mejor calificación. Ése es nuestro héroe. El dueño del changarro que pone un diablito para ahorrarse la cuenta de electricidad, no sólo le roba al de junto (que termina pagando por los dos), sino que lo ve pa bajo, es un tonto que paga por la luz. Así, el fregado también es el pendejo y, por tanto, se lo merece.
Producto de esta cultura que glorifica y engrandece al tramposo, son fenómenos que parecen no tener importancia pero pueden ser de gran trascendencia: a los mexicanos no nos gusta pagar, estamos cansados de que nos cobren de más. Por ejemplo, la piratería de libros y música no es sólo no pagar impuestos, es no pagarle al artista o al intelectual por el trabajo realizado. Baboso el que paga por lo que puede tener gratis. La gran contradicción es que valoramos la creatividad, nos gusta el producto y queremos tenerlo, pero deberían los creadores conformarse con la fama o la popularidad, y no pedir que se les pague con dinero.
Lo irónico es que todo empieza porque nos queremos proteger de que nos vean la cara a nosotros. No creemos que el precio sea justo. Nos justificamos diciendo que son las compañías (rateras!) que se quedan con todo el dinero y que tienen a los artistas cautivos. No queremos pagar pues estamos acostumbrados a que nos quieran cobrar de más. It´s payback time. No vayamos a ser fregados, así que citando a Bush se trata de un ataque preventivo.
Lo que se ha erosionado por encima de todo es la confianza. En México no se puede confiar en nadie ni en nada. Así como reportajes han demostrado que en la plaza de Santo Domingo en una mañana alguien puede nacer, titularse, divorciarse y le hacen descuento para el acta de defunción, también le pagas al viene-viene para que te cuide el coche de él mismo, pues sabes que si no le das los cinco pesos te lo va a rayar. Nadie se molesta en tomar el examen de manejo para sacar la licencia, porque de todas formas te van a fregar, y no lo vas a pasar. Preventivamente das una mordida, y así eres de los fregones y no de los fregados.
La falta de confianza ha ido creando otras instituciones, otras formas de llevar las cosas, el problema es que estas reglas alternativas dan ventaja al abusado, al chingón. No sólo es injusto que no se trate como iguales a ciudadanos y/o consumidores, sino que resulta agotador estar viendo que no abusen de ti y tener que abusar al sistema.
Si bien, algunas veces he dicho que extraño la creatividad del mexicano que sale a relucir tanto en este tipo de situaciones, el que la escenografía cambie o desaparezca no significa que nuestra personalidad se iría con ella, sino que la tendríamos que reenfocar, y estoy segura de que se harían cosas grandes con el ingenio mexicano.
2 comentarios:
Buenísimo! De lo mejor que he leído, seguramente porque estoy muy de acuerdo. Habría que hacer un cálculo de cuánto nos cuesta la "desconfianza" a los mexicanos; cuantos carros usados se dejan de vender, cuantos negocios no se echan a andar por desconfianza con el socio, cuantas ventas se dejan de hacer por mercado libre, cuantas transacciones se dejan de hacer por internet... hay que decirle al fermo que lo haga jum jum
sobre lo que comenta el Pollo, resulta que Roger Myerson "demostró" que es mas barato poner a un agente regulador que se comporte (ofrezca recompensas y multas) de tal manera que en equilibrio todo mundo dice la verdad y sus verdaderas intenciones, a simplemente poner a la gente a negociar. A este mecanismo se le conoce como el "Revelation Principle" y fue la razón por la que le dieron el Premio Nobel de Economía.
De hecho en el Core nos hizo una pregunta sobre el diseño de un mecanismo para hacer que un tipo que invadió el rancho del vecino con sus vacas diga la verdad de cuánto beneficio tuvo con la invasión, y el invadido diga la verdad de cuánto daño le hicieron. El gobierno pararía la diferencia. El valor esperado del gasto del gobierno para implementar el mecanismo (en este ejemplo) era menos del 1% del tamaño de los daños, y el resto del dinero iba del invasor al invadido. Si no hubiera habido mecanismo "revelador", pero sí intervención del gobierno (poniendo la diferencia), en equilibrio, el valor esperado de los daños reportados era 200% mayores a los reales, y los beneficios reportados eran iguales a cero, y si el gobierno quisiera conciliar con todos, tendria que desembolsar en promedio el 200% del tamaño de los daños, y el invasor y el invadido no intercambian dinero, creando, en efecto, que una accion de chingar al vecino sea correspondida con una accion de chingarse al gobierno, quien a su vez se chinga al contribuyente...
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