3.8.10

Inacciones públicas y (privadas): Ode to Don Fidel Velázquez y una esperanza a la acción colectiva

Por José L. Bustos V.

En una de las entradas previas a Caleidoscopeando, Tere García reflexionaba sobre cómo la relación médico-paciente explica en buena medida el funcionamiento de la sociedad. Esta idea me llamó poderosamente la atención porque precisamente la forma en que se desarrolla la profesión médica nos ayuda a entender las deficiencias en los procesos de toma de decisiones de políticos y funcionarios públicos, y como consecuencia, sus resultados en la lucha contra problemas públicos.
Haciendo una breve e incompleta descripción del proceso de toma de decisiones de los médicos, podríamos decir que, en general, ellos analizan la evidencia disponible sobre el paciente en cuestión, ya sea de primera mano o mediante estudios complejos. Con base en esa evidencia, descartan causas y tratan de identificar la razón específica que está detrás de las molestias a la persona. Con base en el diagnóstico, médicos y pacientes deciden qué tratamiento seguir. Evidentemente, los diagnósticos no son siempre acertados, la información suele ser incompleta, hay diversos grados de interacción entre los pacientes y médicos, y los resultados dependen de varios factores, entre ellos la gravedad de la enfermedad y la responsabilidad del paciente. Sin embargo, aún y considerando esos problemas, podemos decir que este proceso de toma de decisiones ha sido exitoso para aliviar a millones de personas y continuamente se logran avances significativos, en buena medida por la alineación de incentivos entre médicos y pacientes.
En contraste, los políticos y funcionarios públicos siguen un proceso de decisiones que en el mejor de los casos llevan a acciones incompletas y que en el peor conducen a la decisión de la inacción pública en muchas áreas. Aunque las ciencias sociales han avanzado lo suficiente para proveer de diagnósticos más o menos completos a muchos problemas públicos, políticos y funcionarios pocas veces se interesan en analizar seriamente la evidencia disponible de los problemas en cuestión. Una vez que un problema llega a la agenda pública (las agendas de gobierno pueden no estar relacionadas con los problemas que afectan realmente a los ciudadanos), políticos y funcionarios no necesariamente realizan un análisis serio de las causas y soluciones posibles. Esto se debe a que un diagnóstico acertado no necesariamente es relevante para lograr su objetivo principal: continuar su carrera política o permanecer en el aparato burocrático.
De esta forma, el tratamiento a seguir o mejor dicho, las políticas públicas puede ser totalmente erróneas, puede estar incompletas o simplemente se llega a la decisión de la inacción pública. En cualquiera de los tres casos los impactos en la vida de los ciudadanos pueden ser muy negativos, pero me gusta enfocarme en la inacción pública porque creo es una de las que más seguido tenemos noticias en México.
Siguiendo con la comparación entre médicos y políticos, sabemos que en general los médicos toman decisiones o cursos de acción ante un problema de salud. Algunas veces la mejor respuesta es esperar, pero se fundamenta en un diagnóstico. En general, los médicos y pacientes toman decisiones y acciones. En el caso de los políticos y funcionarios mexicanos, la decisión de la inacción pública suele ser una de sus elecciones preferidas. Ellos suelen no tomar decisiones sobre los problemas o su decisión es la inacción. Ya sea porque actuar afecta intereses creados, ya sea porque actuar no es redituable a corto plazo para ganar elecciones o permanecer en la burocracia, ya sea porque no hay recursos públicos, ya sea porque “no hay que hacer olas no vaya a ser que el jefe se moleste”.  ¿Cuántas veces nos hemos lamentado porque en México no pasa nada, porque los problemas y escándalos de corrupción se olvidan rápidamente? Por ejemplo, cada año suceden inundaciones en todo el país y poco o nada se hace para atacar de fondo las causas humanas de esas catástrofes. Don Fidel Velázquez enunció muy claramente el axioma de esta forma de hacer política: “el que se mueve no sale en la fotografía”. Y así parece ser, si como político adoptas la decisión de la inacción pública (o nadar de muertito en los círculos burocráticos) parece que vas por el buen camino.
Ahora bien, es justo decir que los políticos y funcionarios no cuentan con el respaldo de un conjunto de tratamientos rigurosamente probados, como los que guían las decisiones de los médicos para luchar contra ciertas enfermedades. Esto puede justificar que las políticas o programas públicos tengan impactos mínimos o incluso negativos, pero no justifica la inacción pública. Precisamente, la falta de iniciativas o programas públicos rigurosamente probados (por cierto la evaluación rigurosa de programas públicos ha importado muchos conceptos de la medicina) debería fomentar más y más acciones públicas o intentos para atacar los problemas públicos más graves.
¿Qué hacer para fomentar la acción pública? Denunciar o simplemente quejarnos no son acciones efectivas si no hay mecanismos reales de rendición de cuentas que logren alinear las demandas ciudadanas con los objetivos de nuestros políticos y funcionarios. Me parece que es necesario dar un paso más allá y paradójicamente la respuesta depende en buena medida de que abandonemos la inacción privada en asuntos públicos. Esto implica que nosotros como individuos nos involucremos cada día más en los programas y políticas, así como en el bienestar social. Esto implica costos para cada uno de nosotros pero es cierto que acciones cotidianas pueden hacer la diferencia. Los costos son mayores si pensamos en organizarnos y promover acciones concretas, pero si no asumimos los riesgos tampoco podremos ver los beneficios que pueden ser enormes. Es hora de darle voz y acción a nuestra generación que quiere cambiar las cosas en México.
Esperar que los propios políticos y funcionarios se auto-limiten institucionalmente para generar acciones públicas de calidad puede llevarnos décadas. Como en medicina un paciente completamente pasivo no necesariamente es bueno, en política los ciudadanos pasivos no fomentan la acción privada en asuntos públicos y en consecuencia, la acción pública.  Sé que un conjunto de teorías sobre acción colectiva calificarían como naive mi planteamiento, pero también considero que hay varias alternativas para que cada uno de nosotros demos un paso adelante para enfrentar los problemas que más afectan al país.

1 comentario:

Unknown dijo...

¿A militar en las filas de la sociedad civil organizada?
http://1.bp.blogspot.com/_seR3HcNIh8o/SLv7eRH68_I/AAAAAAAAADs/nLdUlbmDOt0/s400/mafalda_pais.jpg