Una y otra vez me lo dijeron mis maestros en el ITAM: En política, la forma es fondo.
La forma es fondo, y, a veces, es más importante que el fondo. La forma en que se dice lo que se dice y en que se hace lo que se hace.
En mi familia la forma es lo de menos, y la aguantas porque el fondo vale la pena, unas veces claramente y otras veces de manera inesperada. El mejor ejemplo me lo dio mi amatxi cuando le pregunté por qué llevaba años y años tomándose una cervecita a la hora de la comida, así que aquí comparto una de las tantas historias que me ha contado y que tanto me entretienen.
Hace más de 60 años Santiago regresó a España después de hacer las Américas. Regresó porque quería casarse y así lo hizo. Al poco tiempo había que regresar a México y los recién casados se embarcaron rumbo a Nueva York para de ahí tomar un tren hasta la Ciudad de México. Consuelo no podía controlar las náuseas y el viaje lo pasó fatal. Además de regañarla por "llamar la atención", Santiago también la quería cuidar, cuidarla a su manera, claro está. Consuelo se pasaba el día deshidratada y pedía agua para quitarse la sed.
Santiago, que había pasado años trabajando el campo supo de inmediato cómo ayudar a su esposa. El trabajo del campo es un trabajo durísimo que tenía que soportar bajo el rayo del sol y cada día, a la hora del almuerzo se tomaba una cerveza que le sabía a gloria. Así que, cuando Consuelo le dijo que tenía sed, lo más lógico del mundo era que Santiago le diera una cerveza helada, que seguramente era mucho más dificil de conseguir y más cara de pagar. No podía comprender que Consuelo insistiera en pedir agua, teniendo la posibilidad de matar la sed con una cerveza. Así, que sabiendo lo que era lo mejor para ella, lo mejor para cualquiera, Santiago obligó a Consuelo a agarrarle el gusto a la bebida de cebada. Me lo imagino perfectamente diciendo: Calla, mujer! tómate la cerveza. Es mucho mejor que el agua!
Así, pocos meses después se supo que la razón de las náuseas no era sólo el movimiento del barco y nació mi papá, poco tiempo después de nacerle a mi abuela el gusto por la cerveza. O sea que, si bien no era lo mejor que una mujer con náuseas subida en un barco y además embarazada tomara bebidas alcohólicas, soy testigo de que el gusto le ha durado a la amatxi hasta los 94 años así que algo bueno de todo esto resultó, y bueno, como dije antes, no, mi aitetxi no era, ni pudo haber sido político, pero siempre quiso lo mejor para su familia, aunque como todos, no siempre le atinara.
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