En dios es redondo, Villoro descifra y embellece la pasión de los jugadores y los fanáticos del fútbol. Como se trata de la lectura de moda y gracias a facebook y twitter he podido ver la reacción de algunos de estos personajes que se encuentran a sí mismos entre las hojas del libro enaltecidos, explicados mejor de lo que ellos podrían haberse explicado y más convencidos de que la pasión por el juego les trae una dicha enorme a sus vidas.
Mientras pagaba por el libro, encontré muy oportunamente expuesto dos libros más: Soccernomics y How Soccer Explains the World. Ha falta de tiempo no puedo decir mucho del segundo. El primero hace un estudio tan claro de la economía del fútbol (economía no entendida como la manera de ganar dinero) que quise mandarle una copia a todos los jugadores y entrenadores del tri. Lo que Villoro es al alma de los fanáticos Soccernomics es al hambre de los ganadores. No hay pasión hay hechos (facts), estudios, números, o tal vez una pasión muy a la geek
Estando Amartya Sen en Chicago, profesores de filosofía y de economía hicieron un esfuerzo por tener una conferencia (Creating Capabilities: Sources and Consequences for Law and Social Policy) en la que el diálogo interdisciplinario tuviera cabida. Estos profesores han llegado a tal nivel de especialización que es difícil tener un buen intercambio. Son respetuosos del trabajo los unos de los otros (más los economistas que los filósofos) y prefieren no decir un disparate, pues no saben lo suficiente. Se cuidan de no ofender la disciplina que no es la propia. Con todo el mal sabor de boca que me dejo ver la distancia intelectual que existe, incluso cuando el tema es acotado a las capacidades individuales, me parece peor que a niveles más bajos (estudiantes, periodistas, por ejemplo) no se trata de un no querer hablar de lo que uno no sabe, sino de dar por descontada a la otra disciplina. Han de escribir largo y tendido sobre lo malo que es tal o cual modelo económico y hablan de toda una disciplina como si fuera lo mismo la micro que la econometría.
Sucede, sin embargo que ambos son complementarios. La "big picture" de Soccernomics nos explica quién tiene más probabilidad de ganar y el porque, a saber, los países ricos, con mayor población y experiencia jugando al fútbol. Todo esto es cuantificable. Después va enfocándose más en detalles, preparación física (cuándo durante el partido mete goles el equipo y cuándo se los meten a ellos), cansancio de los jugadores y otros factores. Es decir, si ponemos atención a estos factores, podemos entender y predecir, algo similar a lo que pueden hacer economistas con el desarrollo y el crecimiento de los países.
Esta imagen permite al espectador ver los contornos pero es borrosa. Si pueden predecir el 90% de los resultados, para los fanáticos del fútbol es en ese 10% restante que suceden los “milagros”, y es gracias a esta ventana de oportunidad que cada vez que México juega contra un equipo favorito el país entero se detiene para ver si los suyos lograrán el triunfo. Ahí entra la riqueza de la antropología, la sociología y la psicología. El seguidor fiel sabe todo lo que pasa dentro y fuera de la cancha con su equipo. Que si Ribery está acusado de abuso sexual, que si el coach de Argentina es un megalómano que tiene problemas con el natural capitán de la selección que no llega al mundial, etc.
Tanto el fan como quien toma decisiones en el mundo del fútbol ha de ser bilingüe, entiende los estudios econométricos pero tiene una sensibilidad al detalle. Si bien sabe que Alemania gana mucho (es grande, es rico, tiene experiencia) también entiende que un crack viene de Costa de Marfil. En el mundo de las ciencias sociales nos hacen falta más políglotas. Sospecho que están escondidos en las escuelas profesionales de políticas públicas que los departamentos académicos ven un poco hacia abajo. La brecha entre la economía y la filosofía es más complicada de cerrar.
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