24.8.10

asombrarnos, ¿de qué?

En lo personal, me tiene un poco cansada la cantaleta de que hemos perdido la capacidad de asombro. Entiendo que la capacidad de sorprendernos y asombrarnos es indispensable; pero, precisamente porque es indispensable no creo que la hayamos perdido. Es verdad que hace mucho tiempo que no me detengo a observar con detenimiento cosas que todos los días pasan a mi alrededor; no he pensado en las maravillas de la naturaleza, no me emociono con cada atardecer. Cualquiera pensaría que he perdido la capacidad de asombro.

Sucede, sin embargo, que con bastante regularidad me quedo boquiabierta ante el nuevo gadget electrónico, o con alguna película, o incluso con algún artículo del periódico. No he perdido ninguna capacidad, sino que soy más exigente. Lo que he visto mil y un veces no me sorprende tanto como los nuevos avances o límites de la creatividad.

El hecho de que no nos asombre cualquier cosa, es clave en el desarrollo de la capacidad creativa del hombre. Si siguieramos impresionados porque hicimos fuego, nunca habríamos creado la estufa.

Por otro lado, si no nos asombramos cada vez que vemos a un par de enamorados, o a un bebé, esto no significa que no quedaremos pasmados cuando nos enamoremos nosotros o cuando sea nuestro bebé. Algo distinto es decir que debemos darnos tiempo de apreciar las pequeñas cosas a nuestro alrededor, pero de ahí  a sorprendernos, me parece un exeso.

Al final, la única capacidad de asombro que no deberíamos de perder es la de sorprendernos de la tontería y la capacidad de hacer mal de los hombres. La imagen que salió ayer en el periódico El País en la que aparecen colgados de los pies y sin cabeza dos cuerpos al lado del letrero que marca la dirección de Acapulco y de la Ciudad de México, hace unos años habría causado indignación, miedo, y que la ciudadanía exigiera seguridad a las autoridades. Hoy, en cambio, va acompañada del atinado título: La Crueldad Cotidiana de los Narcos Mexicanos.

Lo peor de todo, es que por el lado de la tontería tampoco vamos bien. Con el tema del matrimonio gay, todos han sacado a relucir su lado menos brillante. Ayer, Jesús Silva Herzog Marquez dedicaba su columna a recordarnos que Ebrard y compañía tuvieron una actitud muy semejante a la del Cardenal Sandoval Iñiguez después del triunfo del PAN de 2006. Si bien el sistema de justicia de México es de los peores y menos eficientes, hay que reconocerle que nos ha logrado proteger de la tontería en ambos casos.

2 comentarios:

Marce dijo...

Jaja, la verdad es que viendo la frase por escrito sí, está uno harto y ya no significa nada. Hemos perdido la capacidad de asombrarnos de que hayamos perdido la capacidad de asombro...
Pero aunque tienes razón que lo más grave es acostumbrarse a la violencia, a la injusticia, etc., sí creo que algo hay en el ritmo de vida que llevamos que no deja mucho espacio al asombro -de cualquier tipo, pero sobre todo al de las cosas cotidianas que damos por hecho...

Julene Iriarte Iturbide dijo...

estoy totalmente de acuerdo con que hay cosas que dejamos de disfrutar y que habriamos de revalorar.