Por Amaya Iriarte
Ayer mi hermana me preguntó si quería escribir algo en su blog, mi primera reacción fue ¿de qué tengo que escribir? (por que ya ven que a ella se le da lo elevado….) y cuando me dijo que podía ser de lo que quisiera decidí que iba a escribir sobre ella y sobre mí, para que así sus lectores la conocieran (desde mi punto de vista)
Mi hermana y yo somos muy diferentes, empezando por lo físico: Ella es bajita, tiene piel un poco morena y el pelo casi negro. Mientras que yo soy más alta (digo, mido 1.62 pero es mucha diferencia a su 1.55!), tengo piel muy blanca con pecas y el pelo café claro (aunque la gente pensaría que soy pelirroja de tanto que me lo he pintado).
En la actitud: Creo que Julene cuando era chiquita era como un niño atrapado en cuerpo de niña. Amaba jugar futbol con nuestros hermanos, disfrazarse de japonecita y hacer trucos de magia para todos nuestros primos, agarrar el lipstick de mi mamá y pintarse cara de payaso.
Para mi eso fue un trauma por que yo, a diferencia, no podía ser más cursi: Me vestía de princesa todas las tardes, agarraba los abrigos de mi mamá y me los ponía, tenía muñecas y YO si daba el uso adecuado al lipstick de mi mamá.
A pesar de todo esto mi hermana siempre fue mi ídolo, digo, me lleva 4 años… ¡a alguien tenía que admirar!
Cuando éramos chiquitas yo siempre la perseguía, imitaba y en las noches le platicaba TODO sobre mi día hasta que decía: ‘Amaya ya me quiero dormir’ o decidía asustarme con ‘escuchas esos ruidos? Es la bruja de Blancanieves…’ (pero luego se arrepentía por que yo acababa metida en su cama muerta de miedo pegada a ella)
Con el paso del tiempo esa diferencia de 4 años se hizo menos notoria, ahora ella era la que en las noches me decía ‘pero cuéntame, ¿que hiciste hoy?’ o hablar de los galanes, las amigas, etc. Ya no le tenia que prestar mi ropa, descubrió a la mujer dentro de ella y empezó a arreglarse y ¡hasta a maquillarse!
Ahora mi hermana ya no es mi ídolo (lo siento Ju, pero ya no…) pero sí la admiro mucho; de haber sido una pésima estudiante en la escuela se ha vuelto una maestra! (o sea hizo una maestria…) Aunque ya no quiera ser “igualita a ella cuando sea grande” si es alguien contra quien me quiero medir teniendo mis propias metas….
Y aunque se que está lejos puedo levantar el teléfono y contarle de mi más reciente galán como cuando le contaba cuando compartíamos el cuarto.
1 comentario:
Me gustó mucho el post, me las imagino perfecto, qué risa. El otro día me estaba acordando de la última noche que dormí con mi hermana Ana en nuestro cuarto... me cayó el veinte que era la última, porque se casaba, y me di cuenta que estaba totalmente acostumbrada a una "presencia" ahí en la otra cama... (-"Ana... estás dormida?..." -"sí"...) a pesar de llevar ya años fuera eso era lo normal, lo conocido... Era padre (o: -"ya me quiero dormir, apaga"... -"no mira, nada más acabo de leer hasta este punto, lo ves? y ya apago"...)
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