19.8.10

ensayo sobre "gorgoritos"

Por Juan Carlos Lombardo

Recientemente el New York Times publicó una recomendable columna titulada “Twitt Less, Kiss More que trata sobre el “desorbitado frenetismo” por estar “entretenido” y “conectado”. Difícilmente alguien podría estar en desacuerdo con la conclusión del autor: no perder la esencia de las interacciones humanas y, hacia ese propósito, orientar el uso de la tecnología. Coincido con el planteamiento y me provocó reflexionar sobre las siguientes interrogantes. 

¿Cuál es la causa de esa obsesión por convertirnos en entes multitask, “incapaces de mantener la concentración en algo por más de 3 segundos”?
Sin la intención de convencer a quienes que se resisten férreamente a dejarse cautivar por las tentaciones de la tecnología, ni de ofrecer una apología a nombre de los “actualizomaniacos” –por aquello de presionar el botón “actualizar” incesantemente, siendo responsables de innumerables accidentes de tránsito y altos costos para sus empleadores-, me aventuro a dar una posible explicación. La insistencia de mantener la mirada fija, cual caballo con anteojeras, en la pantalla de un teléfono portátil “inteligente”, podría ser una reacción natural del sistema óptico; un mecanismo de defensa ante el incesante bombardeo de información e imágenes basura que son emitidas sin previa selección del destinatario. Una manifestación, pues, de inconformidad ante diversos medios de comunicación que deliberadamente insultan la inteligencia y el sentido común de usuarios activos y pasivos, cuya única alternativa sería, como Saramago imaginó, una epidemia de ceguera. Rebeldía quizá, frente a despóticos usureros de concesiones de radio y tv, Internet, y demás medios electrónicos e impresos, que de una forma u otra buscan convertirnos en consumidores y objetos de consumo, bajo la falaz premisa de que es más feliz quien más tiene.

Algunos consideramos que la felicidad se vincula más que a la capacidad de consumo, a la libertad para impulsar nuestras ilusiones -claro, si la ilusión es consumir favor de no seguir leyendo. El surgimiento de las nuevas tecnologías puede servir para cualquiera de los dos fines consumir o construir: la elección es asunto de cada quien. Lo cierto es que una de las virtudes de las “redes sociales” como Twitter  es la facultad de seleccionar los insumos de la imaginación: dónde todo tiene su origen. Por supuesto, la posibilidad de discriminar los contenidos de nuestro “móvil” puede ocasionar una paradoja: cruzar la delgada frontera entre el dinamismo social y la misantropía. Al permanecer inmersos en nuestra propia burbuja de información e interacciones virtuales se corre el riesgo de sacrificar la convivencia; de ignorar lo que ocurre en el entorno inmediato por privilegiar lo que sucede en otras latitudes. Aparatos perversos, algunos dirán

¿Pero, qué utilidad hay en descalificar el avance de la tecnología?
Anteriormente, uno debía trasladarse al sitio donde se encontraba la información deseada. De esa forma, el sujeto elegía un momento del día para investigar, “chatear” y demás. Ahora, la tecnología permite al individuo ir acompañado de todos esos bytes, “pins” y “avatars”, estando localizable en cualquier momento. No encuentro un mal inherente en ello. Lo delicado es la falta de costumbre, y en consecuencia un comportamiento inadecuado frente al ilimitado acceso a información preseleccionada. Al tener la mente expuesta a constantes “provocaciones” de toda naturaleza (emocionales, espirituales, filosóficas, políticas, laborales, etc. -cuyo emisor ha pasado por el más estricto filtro posible -las siempre atinadas preferencias personales- se acortan los días, se pierde la noción del tiempo y así la capacidad de administrarlo

Cómo no soltar una carcajada o abstraernos de una conversación presencial cuando leemos un “gorgorito” -mensajes de 140 caracteres, exactamente los que se cuentan entre guiones …………….………..…….....................hasta aquí- como: “I believe we can build a better world! Of course, it´ll take a whole lot of rock, water & dirt. Also not sure where to put it” o “De una vez pongan zonas separadas para pendejos en los restaurantes de Querétaro, para que ahí @enriquefausto opine a sus anchas”. El Twitter fomenta la picardía y la astucia. La satisfacción de lograr despertar una emoción entre personas afines a nosotros se ha convertido en un reto cotidiano. Esta adicción convoca a la audiencia ideal para quien busca un espacio de expresión.  

¿Y, más que un foro para la catarsis, se puede obtener un verdadero beneficio social sobre todo para quienes no tienen acceso a él?
Según la Teoría de los seis grados de separación, si se asume que cada persona conoce una media de 100 personas, contemplando conocidos en común, sólo bastarían seis niveles para conformar una red de un billón (un millón de millones) de individuos. La población mundial se acerca a los 7000 millones. Los usuarios de Twitter se calculan en  114 millones. Tomó 4 años  alcanzar los 10 mil millones de “gorgoritos”, mientras que sólo se necesitaron 5 meses más para duplicar la cifra. América Latina registró el mayor índice de incremento de usuarios: 15.3 millones de julio 2009 a julio 2010, según comScore. Su índice de penetración entre quienes navegan en Internet en México fue de 13.4% en el mismo periodo (8º a nivel mundial y 3º en América Latina).

Por reveladores que sean estos datos, no son evidencia suficiente para calificar al Twitter como una “herramienta mesiánica”. Como toda herramienta, su generosidad se encuentra a merced de la voluntad, el talento y la pericia del usuario. El potencial es considerable por al menos tres características: 1) la velocidad con que puede extenderse la atención a un tema determinado; 2) el que sea un medio de ida y vuelta, es decir, que no sólo se dicte información, sino que esta pueda ser replicada una y otra vez y; 3) la posibilidad de que no tengan que recorrerse todos los niveles de la Teoría de los 6 grados para establecer contacto con otro usuario, cualquiera emisor puede elegir al destinatario que le venga en gana.

No obstante, lo que menos necesita la ultrajada sociedad mexicana es otra expectativa frustrada. Suficiente agravio ha propiciado una clase política que se preocupa más por ganar elecciones que por gobernar. Sin embargo, este hartazgo, este desencanto generalizado por la política es un factor que no debe pasar desapercibido. Más que un auténtico interés por los asuntos que preocupan al ciudadano, la popularidad y la “encuestitis” son el motivo por el que muchos políticos y formadores de opinión se mantienen al pendiente de lo que sucede en el Twitter.

El destacado Nobel de Economía 1998, Amartya Sen,  dice en su último libro, La idea de la justicia, que “lo que nos mueve [a quienes buscamos una sociedad menos desigual], no es la percepción de que el mundo no es justo, sino que hay injusticias claramente remediables en nuestro entorno". La evolución del entorno inmediato surge cuando los individuos toman consciencia de sus actos y libremente deciden elegir un nuevo rumbo. Para ello se requiere voluntad e información. En este sentido, los avances tecnológicos que permiten la conjugación características como las del Twitter, pueden ser de gran utilidad para difundir y acceder a información de calidad: indispensables para enriquecer la conciencia y para abrir la mente. La clave está en encontrar afinidades entre “seguidores” y “seguidos” para formar redes a las que les interese involucrarse en el rumbo del país. Busquemos que nuestras inquietudes sean temas de moda (Trending Topics) y que la popularidad constituya una voz cuya resonancia impida que sea ignorada por líderes de opinión y tomadores de decisiones.

La tecnología existe y avanza a un ritmo asombroso. En unos cuantos años, el número de usuarios y los recursos a nuestro alcance serán extraordinarios. No satanicemos el hardware y software, seamos autocríticos con el uso que le demos. Descalificar un teclado es tan absurdo como descalificar una pluma o un cincel. Juzguemos la obra. Seamos artífices de ideas y acciones que dignifiquen al Twitter, no por un empeño personal, sino porque al hacerlo estaremos contribuyendo a remediar las injusticias de nuestro entorno. Maravillémonos con la tecnología, pero adquiramos la humildad para reconocer que no tenemos la capacidad de procesar y reaccionar ante cada “ciberprovocación”. Disfrutemos el placer de “gorjear”, de activar la mente y la imaginación, sin descuidar el contacto visual. Comprendamos que el uso irrestricto de la comunicación electrónica pone en riesgo la comunicación somática, sin embargo, al manejarla concienzudamente se enriquece la convivencia, contribuyendo así al desarrollo de una sociedad más consciente y justa.

4 comentarios:

RBD dijo...

Estimado amigou:

Muy de acuerdo con tu perspectiva. El medio se ha hecho de fácil acceso (para los privilegiados que están del lado correcto de la brecha digital) pero el fenómeno es el mismo y es muy viejo, se llama comunicación. Las motivaciones son también las mismas que han conducido a otras revoluciones: entre ellas el chisme, tan sabroso.

Te mando un gran abrazo:

Rafa Barceló Durazo

Beatriz dijo...

Juan Carlos,

Muchas gracias por sentarte a escribir y demostrarnos cómo puede usarse la tecnología y la comunicación a distancia con inteligencia. Te leo desde una mañana ya de sábado en Singapur y me encuentro coincidiendo con muchas de tus reflexiones.

A mí me preocupa particularmente cómo asimilar el gran flujo de información que nos llega. Es demasiado y yo me siento sobrepasada no pocas veces. Quizá por eso todavía no entro de lleno a twitter, porque lo demás ya me agobia. Por ello la necesidad de ser selectivo es crucial.

Lo cierto es que la interacción es lo más valioso que encuentro en esta nueva forma de comunicación a distancia. Sobre todo porque a través de este medio aparecen coincidencias que no siempre surgen en una conversación cotidiana. Hace años participaba en un foro literario en el que tardé tres años en conocer en persona a quienes ahí escribían. Todos usaban seudónimos (menos yo, que mi nombre es dantesco y borgiano de por sí). Y las coincidencias que surgieron unieron bastante al grado de que, al conocernos, teníamos la impresión de que nos conocíamos de toda la vida.

Es un fenómeno interesante. Pero jamás sustituirá a la magia de descubrir esas coincidencias en persona, con una chela al lado.

En fin, de nuevo, gracias. Y sigue escribiendo.

Beatriz

Julene Iriarte Iturbide dijo...

The greatness of Athens was not in the Parthenon, nor Rome in the Coliseum. It was the intellectual, cultural (and yes, military) pursuits that happened in those places.
Aaron M. Renn en su blog The Urbanophile

Misma cita en otro contexto: la grandeza de facebook y twitter no está en el avance tecnológico. Está en la búsqueda intelectual, cultural (espero que no militar) que sucede en esos lugares.

Yo estoy fascinada con las diferentes formas de comunicacion, facebook es como una fiesta con tus amigos, un blog es como un cafecito con un amigo intimo, twitter es uno de esos encuentros entre extranos donde dices tus secretos mas intimos de la forma mas facil, y tumblr (mi nueva plataforma favorita) es donde guardas lo que te gusta de todos lados, como un scrapbook publico.

Roberto Reynoso dijo...

1) Cuál es tu twitter speedy? Creo que te debes de aventar buenos gorgoritos.
2) Ayer me senté a ver las noticias con mis papás. Sin que yo dijera nada mi mamá se sintió obligada a darme un resumen de lo más importante de los acontecimientos. "¿sabías que agarraron a la barbie? ¿sabías que a MFB lo nombraron presidente del senado?" Claro que sabía, lo que no sabñia es que todo había pasado en ese día. Parecía que habían pasado meses... un poco lo que dices de que se pierde la percepción del tiempo.
Ju: Me encantó el último párrafo de tu comment. Yo me quejo mucho de los que ponen todo lo de twitter en facebook, porque NO ES LO MISMO. Saludos,