La confrontación entre la izquierda y la derecha parece nunca pasar de moda. El aparente viraje de Latinoamérica hacia la izquierda ha ocupado titulares durante los últimos 5 años y en Estados Unidos el resurgimiento de movimientos de derecha y libertarios en oposición al programa de gobierno y las iniciativas legislativas del gobierno Obama le han dado nueva vigencia a la confrontación entre izquierdas y derechas. Las elecciones legislativas de Noviembre en USA prometen enfrentar de nuevo a ambos bandos con el trasfondo de una recuperación precaria a la recesión de 2008-2010, crecimiento sustancial del gasto público y del déficit en USA y una marcada diferencia en la concepción del estado. Pero, ¿qué significa ser de izquierda y que significa ser de derecha? ¿Cuáles son las diferencias sustanciales entre ambas visiones del estado en la sociedad?
En política la clasificación de derecha e izquierda se usa y abusa para encasillar y estereotipar a los opositores políticos. Aun cuando la oposición entre izquierda y derecha abarca una gran gama de temas voy a tratar de identificar las diferencias principales en temas de política económica y social. En particular voy a tratar de responder a la pregunta de qué es ser un economista de izquierda o uno de derecha.
A la izquierda le encanta tipificar a la derecha como insensible a los problemas sociales; indiferentes frente al sufrimiento del “pueblo”; amigos de las multinacionales, de los mas pudientes y de los intereses de la banca; y para rematar, los suelen tildar de “neoliberales”, “retardatarios” y vasallos del “imperio” y del Fondo Monetario Internacional. La derecha no se queda atrás. Los de izquierda son “mamertos”, populistas irresponsables en el frente fiscal, idiotas útiles de los intereses de los sindicatos, y románticos de ideales revolucionarios. En el peor de los casos, son tildados de amigos de la guerrilla en países como Colombia.
Tal vez haya en ambos bandos individuos que se ajusten a estas descripciones. Tal vez los políticos si tengan algo de todo esto. Pero, ¿cómo es un economista profesional, asesor económico de uno o de otro bando? Me atrevo a decir que las diferencias entre economistas formados en cualquier facultad medianamente respetable son bastante más sutiles. La historia del pensamiento económico y la evolución de la profesión a resultado en un consenso en cuanto a metodología e instrumentos básicos de análisis: la teoría del consumidor, del productor, el análisis de mercados y la teoría de precios en la tradición neoclásica son por el momento el estándar en economía; y lo seguirá siendo hasta que un nuevo paradigma demuestre ser más útil para comprender y analizar fenómenos sociales y económicos y el comportamiento humano en el contexto de aspiraciones ilimitadas y recursos limitados. Contrario a la percepción general después de la crisis financiera de los últimos dos años, la profesión no parece estar ad-portas de un cambio radical en su metodología y sus fundamentos. Tal vez haya un resurgimiento de la escuela Austriaca que pone mayor énfasis en los procesos de mercado y menos énfasis en la determinación del equilibrio. Habrá más gente leyendo a Hayek, a Mises ya Rothbard. Habrá tal vez una consolidación de la economía comportamental y sus aplicaciones a temas financieros y de políticas públicas. Pero parafraseando a Mark Twain, las noticias de la muerte del paradigma neoclásico son bastante exageradas.
Si economistas de izquierda y de derecha suelen ser formados en la misma tradición neoclásica, usan el mismo marco conceptual y los mismos instrumentos, ¿cómo pueden llegar a conclusiones de política tan radicalmente diferentes? ¿Cuáles son estas diferencias? En lugar de abordar el tema desde la perspectiva macro de Keynesianos vs Monetaristas o los llamados economistas “fresh water” y “salt water” quiero proponer una caracterización desde puntos aun más fundamentales y retomar 6 diferencias básicas entre economistas llamados de izquierda y de derecha que propuso Mankiw hace ya algunos años: (1) el efecto esperado de impuestos;(2) la prevalencia de fallas de mercado; (3) la persistencia de monopolios; (4) la racionalidad en el comportamiento de consumidores y productores; (5) la eficiencia del estado; y finalmente, (6) la naturaleza de la desigualdad del ingreso. Estos seis puntos resultan en ideas radicalmente diferentes sobre el rol del sector público.
Primero, la cuestión del efecto de los impuestos. Economistas de derecha consideran que las distorsiones en el sistema de precios introducidas por impuestos son grandes, al igual que sus costos en términos de bienestar social. Por lo tanto, les preocupa el crecimiento del sector público y los impuestos requeridos para financiarlo. La izquierda considera que estas distorsiones son menores, lo cual implica elasticidades de la oferta y la demanda pequeñas. Cada vez que se propone un nuevo impuesto para financiar gasto público donde el objetivo es aumentar el recaudo, hay diferencias implícitas enormes en los supuestos sobre elasticidades. Estas diferencias son particularmente importantes en temas laborales: economistas de derecha sugieren que la oferta de trabajo es bastante sensible y explican los altos y persistentes niveles de desempleo en el desincentivo al trabajo creado por intervenciones estatales en el mercado laboral.
Segundo, economistas de derecha consideran que las fallas de mercado son casos excepcionales y que en general los mercados generan asignaciones óptimas de recursos. La izquierda considera que las fallas de mercado son más prevalentes requiriendo más intervención estatal. La intervención puede tomar muchas formas: impuestos Pigouvianos, cuotas, regulación de precios, prohibiciones.
Relacionado con el punto anterior, la derecha considera que el poder de monopolio es típicamente un fenómeno transitorio y que las fuerzas de mercado son efectivas en eliminar el poder de mercado. La izquierda considera que los monopolios son más persistentes y consideran que se requiere una política de competencia más activa.
Pasemos ahora al consumidor: la derecha considera que los individuos toman las mejores decisiones posibles con el objetivo de lograr los mejores resultados dados sus recursos limitados y que los individuos son los mejor posicionados para tomar decisiones que afectan su bienestar. La izquierda considera que la gente suele cometer errores y que el gobierno puede y debe protegernos de nuestros errores a través de regulaciones y mandatos.
Volviendo al sector público, la derecha considera que la asignación de recursos por parte del estado es ineficiente y sujeta a influencias de intereses particulares, captura del estado, apropiación de rentas y en el peor de los casos, corrupción. La izquierda concibe al sector público como un contrapeso necesario a las fuerzas todopoderosas del mercado e implícitamente consideran que los costos asociados a lo público son menos grandes
Finalmente, economistas de izquierda y de derecha suelen diferir en su análisis de la desigualdad del ingreso. La derecha suele ver la distribución del ingreso como el resultado de decisiones individuales y de fuerzas de mercado. En este orden de ideas, la desigualdad del ingreso no es necesariamente injusta e intervenciones gubernamentales deben ser limitadas a aquellas que menos distorsionen los incentivos de acumulación de riqueza. La izquierda suele ver la desigualdad del ingreso como una fuente de mayor preocupación, que afecta la cohesión social, requiriendo intervenciones agresivas por parte del gobierno.
Estas seis diferencias llevan a que economistas de izquierda crean que el estado debe jugar un papel más activo en la economía. Los beneficios de la acción estatal sopesan los costos asociados en términos de posibles distorsiones, fallas de gobierno, limitaciones a libertades individuales y coacción estatal sobre el individuo. Economistas mal llamados de derecha (el término apropiado seria economistas de tendencias libertarias, o liberales en el sentido clásico), consideran que los posibles beneficios no justifican los costos.
Sin embargo, muchas de las diferencias pueden ser resueltas caso por caso y con la ayuda de teoría y constatación empírica. Por ejemplo, para decidir si un impuesto genera distorsiones importantes, podemos medir las elasticidades de la oferta y la demanda; igualmente, las fallas de mercado deben ser identificadas caso por caso; la persistencia de monopolios y la estructura de mercado deben ser analizadas con rigor académico, los costos de políticas públicas deben incluir las consideraciones de economía política al igual que los costos más directos de implementación de dichas políticas.
Los próximos meses verán una intensificación en USA del debate económico: los Republicanos trataran de sacar provecho de la incipiente recuperación de la economía convirtiendo las elecciones en un plebiscito a las políticas económicas de Obama. Los Demócratas sugerirán que todo estaría peor si no fuera por lo hecho durante los últimos 2 años. Otros dirán que el problema fue que no se viró suficientemente hacia la izquierda (en el sentido de los seis puntos arriba mencionados). En cualquier caso, creo que muchas de las discrepancias podrían entenderse mejor, y hasta solucionarse, si se tuviera la disciplina de analizar políticas públicas evaluando los seis puntos sugeridos en esta nota.
1 Candidato PhD Business Economics, Universidad de Chicago.
1 comentario:
Daniel, me gustó mucho el post. Es muy útil deconstruir estos conceptos de izquierda y derecha que ya no sirven para nada. Este artículo habla de todas las posibles diferencias entre economistas. Ya no podemos decir soy de izquierda o de derecha, porque seguramente bajo diferentes circustancias prefieras una u otra política.
Lo que queda ahora es establecer en las políticas sociales qué es ser de izquierda y qué de derecha, y esforzarnos por construir sistemas o "ideologías" que sean congruentes y consistentes.
En fin, ¡muchas gracias por el artículo!
Publicar un comentario