Cuando llegó Lujambio al gobierno de Calderón me dió gusto. Recordaba, entonces, una de las primeras clases que me dió, la materia era Introducción a la Ciencia Política y la que lectura obligada era el Príncipe de Maquiavelo. No me acuerdo ahora si estaba citando a alguien o era él mismo quien decía que los buenos políticos duermen mal.
Y es que, nos explicaba a los aspirantes a politólogos, los políticos que duermen bien son o unos incompetetes o unos hijos de su madre. Mientras los primeros toman decisiones siguiendo lo que su conciencia les dicta, los segundos carecen de ella. Las buenas personas, que no los buenos políticos, siguen los preceptos que la moral y la ética les marcan; sucede que en política nunca "mancharse las manos" es ineficiente y en algunos casos contraproducente e indeseable.
Los otros políticos que no tienen problemas para conciliar el sueño son aquellos que pueden cometer un acto de corrupción a las 10 de la mañana, echar el taco a las dos, traficar influencias a media tarde, dar una conferencia sobre "lo bien que estamos" a las 8 de la noche y estar roncando profundamente a las 11. Estos son los clásicos políticos sin vergüenza a los que Germán Dehesa dedicó su "¿cómo durmió?" durante tanto tiempo.
Los que duermen mal, en cambio, son políticos que viven el eterno debate interno de qué hacer, los que no logran responder de una buena vez si el fin justifica los medios, los que viven el estire y afloja y que cuestionan cada una de sus acciones y sus decisiones. Los buenos políticos están dispuestos a sacrificar su buen dormir (su reputación, quizá) a cambio de resultados para la población a la que representan.
Así que, cuando fue anunciada la llegada de Lujambio a la SEP, me pareció una buena idea. Con lo poco que lo conocía pensé que sería un "buen polítco" es decir ideal para lidiar con Elba Esther y el SNTE. Hoy me quedan mis dudas. ¿Está dispuesto a lidiar con ella por "el bien común" o por su futuro político? (suyo de su partido y de su persona). Esta pregunta me ha estado rondando la cabeza desde hace tiempo, ya que me sorprendió que no hubiera ningún cambio con su llegada a la secretaría, y ayer leyendo el texto de Soledad Loaeza en La Jornada me preocupó un poco más.
Me parece hoy que la distinción entre los que duermen bien y los que duermen mal no es suficiente, que hay tantas posibilidades para explicar el actuar político y tantas posibles interpretaciones para una acción vista desde fuera que no sé cómo juzgar lo hecho y lo no hecho. Caemos en el juego de calificar lo hecho según las intenciones que achacamos a los políticos balanceándolo con los resultados que por otra parte pueden ser intencionales o no.
Me quedan un montón de preguntas sin respuesta. ¿Qué tanto poder electoral tiene Elba Esther? ¿Qué otros tipos de poder tiene? ¿Ha continuado Lujambio su relación con ella porque beneficia al país (a pesar de sacrificar su propia imagen), o por que beneficia al PAN? ¿Qué cálculos políticos se están haciendo y cómo aproximarlos?
Ahora que Lujambio quiere ser candidato parece no le da tiempo de mejorar la calidad de la educación como carta de presentación. ¿Puede ser el rompimiento con el SNTE su segundo piso? Es decir, romper con Elba Esther como un acto mega visible al que no daría tiempo para evaluar por resultados antes de la elección. Y entonces, ya me hice bolas, romper ¿sería lo mejor para el país, lo mejor para él, lo mejor para todos? Si alguien puede, por favor que me digan, si Lujambio duerme bien o mal porque ya me perdí.
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