6.1.11

Del año nuevo y cosas peores...

Nunca he dejado un propósito de año nuevo sin cumplir. Esto es porque nunca he tenido tiempo de hacer propósitos de año nuevo. Cada año, todos los años he fingido comer las uvas con alguna extraña y secreta razón más allá de formar parte del grupo: es lo que se hace. La verdad es que nunca he creído ser la única. Siempre he sospechado que somos más de uno los que nos atragantamos los doce frutos preguntándonos a nosotros mismos por qué insistimos cada año en realizar ese ritual hueco.

Y es que, ¿cómo encontrar tiempo para reflexionar en medio de tanta fiesta? Entre posadas (aunque creo que cada año hay menos), cenas de navidad, reuniones con amigos, convivios familiares, etc. no tiene uno tiempo de sentarse con tranquilidad, mucho menos de pensar en el año que se va ni en los propósitos del año que empieza. Es a penas por estas fechas que encuentro un momentito para empezar a pensar que debo dedicarle un momentito a pensar en estas cosas.

Con la visita navideña a México sí me dio tiempo de pensar en lo inmediato. Lamentablemente lo inmediato hoy en México no es más que tráfico, tranza, inseguridad y un largo etcétera del que, sin darme cuenta, me he desacostumbrado.

Ya había escrito aquí sobre el grave problema que representa para el país la falta de consecuencias, de sistema legal, de justicia, o ya de plano de vergüenza en el plano más personal; pero lo había hecho desde la distancia y con el periódico en la mano. Estas tres semanas lo vi, lo escuché, lo viví. Mientras estuve en México mataron a Marisela Escobedo, antes de regresar a Chicago la noticia ya había desaparecido de los medio y nadie había ofrecido explicación alguna.

También estando en México desaforaron a Godoy (una consecuencia, quería pensar yo, al caso que me había inspirado para hablar de la falta de ellas en primer lugar) pero nadie sabía dónde estaba ni la justicia lo había mandado llamar. Entre fiestas y reuniones fui escuchando una y mil historias, desde funcionarios públicos que extorsionan por montos millonarios (literalmente) a empresarios, eso sí, con factura para que éstos no tengan problemas al reportar a sus inversionistas; hasta robos armados en plena carretera para dejar a familias sin camioneta lejos de poblados.

Escuché también anécdotas sobre sindicatos de albañiles armados que “ofrecen” a constructores sus servicios mientras sostienen pistolas o ametralladoras amenazantes. También vi edificios vacíos que un gobierno empezó a construir (contratando al sobrino del gobernador) y que dejaron sin terminar; vi gastos públicos que resultaron de negociaciones políticas en unas espantosas luces azules (del PAN) y rojas (del PRI) que iluminan los arcos del acueducto de Querétaro, echando a perder un monumento que podría darle grandeza a la ciudad. Un último ejemplo: me contaron de una nueva zona residencial cuyo slogan es "hicimos lo imposible, posible", y si bien no estoy segura a qué se refiere el anunciante, lo cierto es que no es mentira, pues construyeron en una zona ecológica protegida, en donde era "imposible" que hubiera asentamientos urbanos.

En fin, no se trata de una lista exhaustiva. Lo más sorprendente es que del gobierno poniendo orden no oí ni pío. Lo que sí escuche fue a Calderón pidiéndonos hablar bien del país. Lo que queda claro es que México como país, y el gobierno en específico no tiene ni un sólo propósito, se confundieron y andan pidiendo deseos.

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