2.2.11

la amatxi


Consuelo. No puedo pensar en una persona a quien le vaya peor su nombre. Víctima de la madrina que se empeñó en escoger el nombre de las ahijadas pensando que de hacerlas llevar nombres ridículamente feos, ella tendría los beneficios que pronunciaban, la pobre Consuelo no tuvo más remedio que llevar el nombre -y lo ha llevado bastante bien- sin caer en el personaje que todos imaginamos cuando oímos las tres sílabas "con-sue-lo".

No, no es la típica abuela tampoco. De hecho lo único que le quedaría peor que su propio nombre sería el clásico "abuelita". Ella es la amatxi. Para todos los vascos que tienen amatxis, esto les parecerá un poco tonto, pero viviendo en México, país de las abuelitas, las titas, y demás, tener una amatxi es muy diferente. Desde la forma de nombrarla, no hay que decir mi amatxi, no, porque sólo hay una: la amatxi, o sea, Consuelo.

Así que la amatxi nunca ha sido ni la típica Consuelo ni la típica abuelita. La canción de cri-cri: tomo el llavero abuelita, y enseñame tu ropero, no tiene nada que ver con ella. Ni ropero ni cosas maravillosas encuentras en su casa. Práctica como pocas personas hay lo indispensable, claro que lo indispensable incluye unas cervecitas, unos turrones en navidad, una botella de whisky (para ofrecer) y en los últimos tiempos los tamales que le gusta desayunar y cenar todos los días. Vaya, lo indispensable para tener una vida cómoda y felíz.

Todas esas "reliquias" que esperas encontrar en casa de la típica abuela, en casa de la amatxi son sustituidas por anécdotas, historias, chistes y chismes. Su interés por saber qué pasa en la vida de los demás no ha sido superado por nadie que yo conozca. Si a eso agregamos su increíble capacidad de memoria y de reirse de ella misma, queda claro que visitarla nunca ha sido aburrido. Llegaron a contarme sus hermanas y cuñadas que estando ellas mismas en Elizondo o Elbetea, era a través de Consuelo que se enteraban de cosas que habían pasado a unos cuantos metros de su casa.

Estoy segura que en otra época hubiera sido una gran historiadora o antropóloga, leyendo los archivos de la misma manera que se deboraba el ¡Hola! y el periódico todos los días, cuestionando siempre lo que decían los políticos, como hacía cuando veía a "los hombres de negro" (primer plano en el canal 11) o haciendo entrevistas orales.

¡Cómo le gustaba hablar por teléfono! lo disfrutaba enormemente, hablaba con su hermana María Luisa para estar al tanto de lo que pasaba del otro lado del océano, aunque luego para rellenar los huecos en la información tenía que hablar con su sobrino Juan Antonio con quien pasaba las horas en el comente. Ahora el teléfono ha perdido un poco de su encanto, la conversación no fluye tan fácil como antes y es que se le ha complicado un poco la escucha: cosas de la edad.

La amatxi cumplió 95 años el lunes. 95 años bastante bien vividos diría yo. En parte es la suerte y el destino; pero más que eso son la personalidad y la manera de ver el mundo que le han dado tantos momentos felices. Momentos dificiles ha tenido, a nadie nos queda duda, pero cuando los cuenta, no lo hace con tono de queja sino de anécdota. Una de las más gráficas es que viviendo en un pueblito en el valle del Baztán, en la década de los veinte, entre la crisis que se vivía y que tenía un papá muy cuidadoso del dinero, a falta de muñecas ella y sus hermanas tenían mazorcas de maíz. Mazorcas a las que arrullaban, cantaban y cuidaban como sus bebés. Se vivían tiempos difíciles.

Después se casó y se vinó a América. Tuvo cuatro hijos, se paseo, hizo su vida.

Desde que yo la conozco, hace 30 años ha sido muy amiguera. No perdonaba la reunión de todos los sábados con sus amigas en el Toks. También ha sido un poco obsesiva, lo noto en sus hábitos alimenticios, siempre la comida era la misma, por épocas. Le daba por hacer la sopa de queso: cinco años de sopa de queso, creo que antes había sido el consomé con tapioca.

Igual es aprensiva, se nota también en su despensa. Cuando se abrió el mercado y empezaron a llegar los productos europeos, flipó (como dirían sus conciudadanos) y compró decenas de botes de mermelada de albaricoque, que desayunaba todos los días religiosamente; no fuera a ser que se la descontinuaran de un día a otro y se quedara con el antojo.

Digamos que en comida lo que le gusta, le encanta. Me acuerdo que nos costaba un poco convencerla de salir a comer los domingos, pero bastaba mencionar las chalupas de Casa Merlos para que cambiara de opinión y se animara a salir. Ahora sigue en esta racha mexicana y le pide a mi tía que traiga ¡desde Puebla! tamales en cantidades obsenas, es más la señora que los hace, piensa que son para la reventa.

Son detalles como este que me encantan de la amatxi, y ver cómo la consienten sus hijos me hace pensar que fue muy consentidora ella también cuando ellos eran chiquitos. Seguramente bailaba ki kin ki kin ki ki ki kin con ellos como con nosotros. En fin, que anécdotas e historias tengo miles, y me da mucho gusto que sigue por aquí para tener más. 95 años, ¡qué bonito número!

6 comentarios:

Unknown dijo...

Julene: ¡magnífica descripción de nuestra querida amatxi! Espero que ésto haya sido sólo una probadita y sigan nuevos episodios. María Luisa (la de los tamales).

Unknown dijo...

Esta lo maximo!!! por favor escribe más anecdotas!!!
Me encantaba como cuando iban al Toks pedian una rebanada de pie de limos para 5 y un cafe (para no sentirse mal de estar abusando de las instalaciones) jajajaja
Y los gerbers y tinlarines que nunca faltaban en la despensa....

Alejandro Migoya Iriarte dijo...

Muy bonito Julene, y hay muchas anécdotas que se podrían incluir, pero no caben aquí!

Unknown dijo...

Mi querida Ju:platica por favor de aquella vez que fue de compras a la zona de Polanco...es lo maximo!!!!

Unknown dijo...

Mi querida Ju: esta increible la descripcion de Amatxi..porfa platica de aquella vez que fue de compras a la zona de Polanco....es lo maximo!!!

Anónimo dijo...

Julene,expresaste perfectamente lo que es tu amatxi,me gustó mucho y a ella le encantó.Te queda mucha tela de donde cortar. Carmen