9.7.11

Las cosas ...de quien vengan


Hace algunos meses escribí algo sobre la cabida del humor en los periódicos motivada por la controversia que hubo entre Arcadi Espada y Javier Cercas en los diarios españoles. En uno de los episodios, Espada criticaba que se usaran mentiras para fortalecer posiciones, mientras que Cercas opinaba que en algunos casos no se trata de mentiras, sino de guiños, o de ironías.

Lo que se debatía, en concreto era un artículo en el que Rico, alegaba en favor de permitir que se fume en lugares públicos y que al firmar agregó una post data: nunca he fumado un cigarro. Cuando los lectores se enteraron de que Rico era un fumador empedernido, le llovieron las quejas al periódico.

¿Qué nos dice esto? Los lectores habían quedado convencidos con los argumentos presentados en el artículo que firmaba un no fumador, pero la misma lógica perdía fuerza, para los quejosos, cuando los presentaba un vicioso. Pues bien, algo similar he visto, sucede en twitter.

A diferencia de facebook en donde eres amigo de tus amigos, es decir, entras en contacto virtual con gente que conoces de carne y hueso, en twitter sigues y te siguen conocidos y extraños. A veces, conocidos que crees extraños (ya sea por lo común de su nombre o porque no lo publican y se quedan con algún apodo) o extraños que crees conocidos (de nuevo, por lo común de su nombre). En fin, que nunca estás al tanto de quién es quién en la timeline. 

Pues bien, hay tuiteros se toman muy a pecho cuando alguien les comenta o los menciona y reaccionan rápidamente a dicho tuit. He visto repentinos cambios de tono, cuando se esclarecen las identidades de las partes en la “conversación”. Conocer el contexto o esclarecer el nivel de confianza que hay entre las personas afecta cómo interpretamos lo dicho o leído. Algunas veces esto me resulta obvio, pero en otros casos, no logro entender por qué un argumento nos parece lógico y correcto y otras el mismo argumento no nos logra convencer. Ocurre lo mismo con el humor, depende de quien venga el chiste, río o no.

Supongo que de ahí viene el valor de la reputación y el prestigio. Aunque a veces es fácil abusar del buen nombre y de ahí el otro refrán, que tantas veces me dijeron mis papás el primer día de clases: hazte fama y échate a dormir.

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