31.5.12

Contribución de Roberto Esparza


“El libre mercado es en la economía lo que la democracia en es en la política”



Durante muchas décadas, México careció de un marco electoral que le permitiera la realización de elecciones equitativas, transparentes y sobre todo garantizadas, donde se respetara la expresión plural y popular y en la cual fuera posible la creación y reproducción de un auténtico sistema de partidos con una democracia representativa. Con el presidente José López Portillo, quien por cierto fuera el único candidato registrado en las elecciones de 1976 -con que su madre votara por él ganaba la elección- se generó un desencanto tal en las elecciones mexicanas, que el PRI termina por iniciar cambios en las leyes electorales, siendo la más importante la conocida como “Ley Federal de Organizaciones Políticas y procesos electorales” misma que al pasar los años de la dictadura perfecta evoluciona a lo que hoy conocemos como Código Federal de Instituciones y procedimientos electorales, conocido como COFIPE y que da lugar a la creación del IFE. Si bien estas nuevas leyes y reglas del juego son atribuibles a la “voluntad” política del partido hegemónico, se explican mayormente por el hartazgo que la sociedad expresaba en su conjunto contra los poderes fácticos y usurpadores del poder político temiendo en la inacción o inmovilidad un levantamiento social radical. Estas leyes permiten generar la credibilidad que necesitaba la sociedad para ejercer su derecho al voto y expresión ciudadana dando como resultado una transición democrática en el año 2000 poniendo en los pinos a un partido de oposición pero sin mayoría en el congreso.
En esta elección que se avecina y que se llevará a cabo en menos de 32 días, me parece necesario honrar nuestra historia abatiendo la apatía e indiferencia. Los jóvenes que por primera vez van a votar o los que lo harán por segunda ocasión, tienen poco más de 14 millones de votos en sus manos, lo que representa cerca del 19% del padrón electoral. La apatía en 2006 representó el 42% y el margen entre FCH y AMLO fue de menos de 0.5% lo que representó sólo ¼ parte de los votos nulos totales. La participación ciudadana tiene que pasar de ser representativa, es decir, votar por alguien que tome decisiones por mí, a ser deliberativa, donde se da seguimiento a lo que hace el representante de tu voto y entre los dos se construye el futuro que se desea. Me parece que el triunfador de las elecciones presidenciales sin duda definirá la agenda nacional, sin embargo, no es el tema que debe intranquilizarnos, ya que una democracia está creada para justamente intercambiar el poder entre los partidos y a los pinos llegará el PRD, regresará el PRI o continuará el PAN. Lo que nos debe intranquilizar es demostrar como sociedad una absoluta indiferencia hacia el fortalecimiento de nuestro sistema democrático, enviando señales de apatía a quienes son los encargados del poder público. Es momento de dejar de vernos como arrendadores de nuestra soberanía y jugar un papel como legítimos socios o dueños de nuestro país. Bien lo sintetiza Denisse Dresser en su libro “El país de uno”, vivimos como si nuestro país fuese un coche rentado, sin cuidarlo o procurarlo. Es momento de creernos socios del poder, de ese poder que conferimos a los políticos creando una sólida manifestación participativa que exija el cumplimiento y puesta en marcha de un proyecto-nación que nos lleve hacia el bienestar y desarrollo. No hemos sabido como vivir el orden democrático sin que se han levantado barreras entre los partidos para integrar una propuesta que nos lleve al crecimiento. El reto esta en hacer que la democracia solucione los problemas de los ciudadanos. La construcción de mayorías es crucial para poder dar origen a la aplicación de las reformas estructurales. En medio de la fragmentación de poder, se ha pasmado el congreso y ha acotado el ejecutivo como fin último de su gestión.


Sea cual sea nuestro voto, habrá que reflexionarlo bien, comprometernos con nosotros mismos y tomando en cuenta que esta elección no sólo se trata de elegir un presidente o presidenta, se trata de elegir igualmente la composición del congreso de la unión, que es a últimas fechas y dentro del periodo de transición, donde reside el poder para llevar a cabo las reformas que nuestro país requiere. Este 1ro de julio tenemos en nuestras manos la oportunidad de alzar la voz como sociedad, no perdamos los derechos que durante décadas se han consolidado para hacernos escuchar.

1 comentario:

Julene Iriarte Iturbide dijo...

Gracias por tu contribución Roberto.
Me gustó mucho tu artículo, sobre todo, porque últimamente he escuchado a mucha gente desencantada con la política y los políticos que proponen como solución un cambio personal e interno, un cambio de actitud. Si bien esto me parece positivo, también es incompleto. Está bien que seamos mejores personas, pero tú propones algo más interesante, que seamos mejores ciudadanos.
Estar en desacuerdo o decepcionado de los políticos no es excusa para alejarse de ellos, es, más bien, razón para estar encima de ellos. No sólo votar, sino darle seguimiento a lo que hacen y encontrar mecanismos para cambiar comportamientos que no nos gusten.
Necesitamos más gente comprometida con la política, no sólo gente con buena vibra. No hay que dejarle vacíos a los corruptos o a los tontos.